Lámpara o Cerillo | Javier Segura García | Convención General Visión Sin Fronteras
Mateo 5;14
Desde tiempos muy antiguos el
hombre ha visto la necesidad de iluminar la oscuridad, cuando el día termina,
cae la noche y el trabajo aún no está terminado, sacamos las lámparas para
iluminar el área donde estaremos. Las lámparas o luminarias son artefactos que
sirven para transmitir luz transformando la energía eléctrica o química. Pero
anteriormente, no eran tal y como las conocemos ahora.
Las primeras lámparas de las
que tenemos constancia eran recipientes que contenían distintos tipos de
aceites. Este aceite se hacía arder mediante una mecha (hecha de material
combustible) y la propia lámpara solía disponer de una empuñadura para cogerla
alejada de la llama. Aunque este tipo de lámparas datan del Neolítico, siguen
siendo utilizadas por algunos pueblos esquimales en Alaska.
Las lámparas griegas y romanas
consistían en un recipiente circular y un mango. Destacaban por su gran número
de ejemplares y perfección artística en su figura y relieves. La lámpara romana
tenía dos orificios. El del centro era para rellenarlo de combustible y
diametralmente opuesto tenía el otro, generalmente en forma de pico, por el que
salía la mecha. Se decoraban más elaboradamente, con imágenes mitológicas, con
forma de animales o busto humano. Los griegos le llamaban lychnos y los romanos
lucerna
Las lámparas árabes estaban
fabricadas en barro cocido o bronce. Eran fácilmente reconocibles por su pico
tan prolongado y su elevación. Podemos tomar como ejemplo la famosa lámpara de
Aladino.
Y ya que hablamos de los
tiempos antiguos, anteriormente para encender el fuego se usaban piedras, hasta
que aparecieron los cerillos, definidos como un trozo de cerilla, madera o
cartón, con cabeza de fósforo y un cuerpo oxidante, que sirve para encender
fuego. Su invención se dio por accidente en el año 1826, todo gracias a los
experimentos del químico y farmacéutico John Walker.
Walker trataba de crear un
nuevo explosivo, con amonio, clorato de potasio, goma y almidón, pero al
remover una mezcla de estos productos químicos con un palito, se dio cuenta que
uno de los extremos de éste estaba cubierto con fósforo, por lo que procedió a
frotarlo con una superficie áspera para eliminarlo; la gran sorpresa fue que
este se prendió.
Tal fue el inicio de los
cerillos que, no fueron patentados y mejorados sino hasta 1839 por Samuel
Jones, quien además los comercializó originalmente con el nombre de lucíferos.
Y es en estos dos objetos de
uso cotidiano en los que quiero tomar un poco de tiempo para hablar de la
palabra del señor. La biblia nos enseña en:
Lucas 3;15-16
Juan, inspirado por la
sabiduría que viene de Dios, responde a la pregunta que se hacían estas
personas a su alrededor ¿será Juan el Cristo? Y quiero que analicemos su
repuesta. “viene uno que los bautizará con Espíritu Santo Y Fuego”
Cuando nosotros hablamos del
bautismo, sabemos de antemano que el bautismo es fruto de un arrepentimiento,
alguien a reconocido que es un pecador y necesita alcanzar la salvación lavando
su pecado por medio del bautismo para así vivir una nueva vida.
Si lo vemos de otra manera, el
Señor no puede venir físicamente a llevarnos a un rio y sumergirnos para literalmente
bautizarnos en Espíritu Santo y Fuego. Entonces, así como primero debemos
arrepentirnos para poder ir a las aguas bautismales y mostrar frutos dignos de
un arrepentimiento, somos nosotros, con la ayuda de Dios, quienes debemos
trabajar en nuestra vida espiritual para mostrar el deseo ferviente de ser
llevados al bautismo del fuego del espíritu santo.
La composición de la lampara y
los cerillos, es la que va a definir si es lámpara o cerillo.
Es por la composición de estas
dos cosas que nos damos cuenta lo que son y cuando lo llevamos a una
perspectiva de nuestra vida como cristianos, tenemos que admitir que hay
cristianos que son una lámpara y hay cristianos que son un cerillo.
La composición del cerillo no
le permite permanecer encendido por mucho tiempo, en cambio la lampara, es un
artefacto que debe ser rellenado una y otra vez de combustible para que siga
alumbrando la oscuridad.
Mateo 5;14-16
Entonces Dios nos dice,
ustedes son luz para la oscuridad, pero es aquí donde yo quiero preguntarte, ¿Eres
lampara o cerillo? Si en medio de la noche, tu prendes un cerillo, el te
alumbrará lo que su composición le permita alumbrarte y si prendes una lampara,
ella te alumbrará lo que tu permitas que te alumbre, pues eres tú quien debe
rellenar el combustible para que no se apague el fuego.
Hay jóvenes en la iglesia, a
los que Dios les ha dado el ser luz para este mundo oscuro, pero ellos no
trabajan su vida espiritual y hasta ahora son cerillos. Porque de lo que están
hechos no les permite estar encendidos por mucho tiempo.
Los jóvenes cerillos o cristianos
cerillos, son guiados por las emociones del momento, cuando están en cierta
situación que mueve sus emociones, se encienden como llamarada de petate, pero
pasada la euforia del momento, se apagan y olvidan todo.
Los cerillos son usados únicamente
para encender algo más. Con ellos encendemos la estufa, la vela, la basura,
etc. Pero una vez encendido el objetivo, ellos mismos se apagan porque no
pueden permanecer encendidos. Incluso algunas veces se apaga antes de hacer su
función.
Los cristianos cerillos son
personas que animan, avientan, aplauden a otros y están muy pendientes mientras
el nuevo en la iglesia entra al ambiente, pero una vez se enciende la persona
nueva, ellos se apagan.
Por otro lado, hay jóvenes
lámparas o cristianos lámparas, ven las cosas por el Espíritu, no dejándose
guiar por los deseos carnales, si no, poniendo siempre a Dios en medio de
todo. Y estos jóvenes, permanecen en el
camino de Dios permitiéndole a Él abrirlos para ser rellenados del combustible
que les permite arder constantemente en el fuego del Espíritu Santo.
Las lámparas son usadas para
iluminar constantemente la oscuridad. Si hablamos de la historia de las 10 vírgenes,
imagínate cuando ellas recibieron la noticia, el esposo vendrá por ustedes.
Al momento de recibir la
noticia las 5 corrieron por su lampara, la encendieron y esperaron. Pero cinco
de ellas eran cerillos, su composición nos les permitió mantener la llama
encendida y cuando se dieron cuenta del trabajo que tenían que hacer para ir
por el aceite y rellenar su lampara, la emoción se les fue.
En cambio, en la historia
también había 5 lámparas que se habían encendido y no por emoción, 5 lámparas
que al saber que debían tener aceite para mantenerse encendidas, inmediatamente
salieron y se prepararon, de tal manera que cuando llegó el esposo (aunque
también se durmieron) estaban listas para seguirlo mientras alumbraban la
oscuridad.
2 Timoteo 1;6-7
Dios nos llama en esta hora a
despertar. Somos nosotros los que continuaremos en el futuro con el evangelio
del señor si el no ha venido por su iglesia, pero debemos mantener la llama
encendida para dar luz a un mundo perdido en oscuridad, no debemos arder y
apagarnos cuando alguien mas se encienda, sino arder constantemente para que sean
alcanzados y rescatados de la oscuridad aquellos que lo necesiten.
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